viernes, 25 de mayo de 2012

Mientras esperaba se enfriaba el café


Y allí estaba Nora, como siempre pensando en sus cosas, inmersa en su mundo y dando pequeños sorbitos al café caliente. Miraba por aquella ventana donde tantas veces se habían despedido, donde habían disfrutado de puestas de sol interminables, infinitas.
Aun el cristal se notaba un poco arañado por las piedritas que el tiraba para llamar su atención y ver su rostro a través de la ventana. Tal y como recordaba, la calle siempre vacía, quizás algún anciano paseando o algún niño correteando distraído, pero siempre en calma, siempre silenciosa.
Calentaba sus manos con la taza y se acurrucaba en el sillón cubierta con su manta favorita, observando más allá del horizonte, por encima de aquellas pequeñas casitas se ponía el sol lentamente, dejando sin su calor a las casitas que en silencio parecía que iban a dormir. Lo recordaba tanto, quizás en cualquier momento aparecía por la esquina de la calle y sonreía como siempre lo había hecho…mostrando esos grandes hoyuelos que se le formaban cada vez que lo hacía.
Otro suspiro más, tras miles de ellos en esa tarde, le recordaba a Nora que no volvería; no hoy, no en ese momento…el café  empezaba a enfriarse así que casi sin ganas se lo tomó, dejó la taza sobre el alfeizar de la ventana…
El sol iba desapareciendo cada vez más, aun conseguía vislumbrar unos rayos tímidos que se aferraban a los tejados de las casitas blancas, pero que finalmente desaparecieron tras ellas.
Otra puesta de sol, otra taza de café vacía y Nora esperando en aquella ventana donde alguna vez había sido realmente feliz, alguna vez.

1 comentario:

  1. Hermosisima entrada, la historia es cautivadora:) Un beso, te sigo.

    http://www.sweetcinderellaa.blogspot.com

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